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5 grupos de competencias orientadoras en tu carrera profesional

Con cierta frecuencia es aquello que más nos gusta hacer lo que coincide con aquello para lo que realmente servimos y que, por ende, mayor felicidad nos proporciona a la hora de dedicarnos a tal labor.

AutoconocimientoPosiblemente sea por ello tan vital el realizar una adecuada autoevaluación de nuestros perfiles personales con el fin de encontrar aquellas capacidades que a la postre nos van a permitir sentirnos realizados en nuestro quehacer profesional.

Este trabajo de autoinvestigación se debería realizar con sumo cuidado evaluando y desde diferentes perspectivas con tal de que, al fin, alcancemos una herramienta adecuada sobre la que potenciar nuestras capacidades, no sólo en un momento dado, sino a lo largo de nuestra vida, apoyándonos, por supuesto, en esos puntos fuertes que, seguro, seremos capaces de descubrir dentro de cada uno de nosotros.

Con este objetivo, Peter Salovey —junto con John D. Mayer, padres de la Inteligencia Emocional— recomienda trabajar sobre cinco grandes grupos de competencias que, a la postre, nos servirán como factores orientadores del fin que tratamos:

  • El conocimiento de uno mismo y de sus propias emociones

Percibir y reconocer nuestros sentimientos, comprenderlos y, de esta forma, elevarnos y situarnos por encima de estos.

  • La capacidad de controlar las emociones propias

Controlar estos sentimientos desde la autoconciencia y ser capaces, con ello, de dirigir nuestra propia vida.

  • La capacidad de automotivación

La capacidad de generar nuestra propia energía con tal de que nos alimente en el camino de la consecución de nuestros objetivos.

  • La empatía o percepción de las emociones de los demás

Ser capaces de sincronizar con la esfera pública que nos envuelve, con nuestra sociedad, con sus necesidades y mantenernos, de este modo, en sintonía con nuestro prójimo.

  • El control de la relación con los demás

Que nos proporcionará nuestra competencia social y nuestra capacidad de liderar nuestro proyecto en medio de nuestra sociedad cercana.

La importancia de tomar conciencia desde nuestro interior de cada una de estas capacidades se sustenta en las enormes posibilidades que ello nos proporcionapedroatienza1ría a la hora de desarrollar habilidades susceptibles de favorecer nuestra mejora continua. Todo ello, por supuesto, en la medida que seamos capaces de trabajarlas con el debido esfuerzo y constancia.

La continua elección

Hay asuntos y asuntos. Los hay que nos quitan el sueño, la salud y la vida, a los que nos entregamos como si en ello nos fuera perder el alma. Otros, por el contrario, por obvios pueden pasar inadvertidos difuminándose su importancia, sea esta mayor o menor, entre la rutina de nuestro día a día. Pero sea como sea, entre los primeros y los segundos, todos tienen algo en común, y es que nos llevan a diarias elecciones que deberemos realizar desde el momento mismo en que abrimos los ojos cada mañana.

Así, elegimos despertarnos a las 7:00 horas, y con ello elegimos coger a las 8:05 la linea 24 que nos lleva hasta la Universidad a la clase de 8:30. Elegimos el pantalón azul marino, con la camisa de rayas que combina a la perfección con nuestro suéter celeste para así estar más que presentables en nuestro puesto de trabajo. Elegimos no ver al niño despierto y salir de la oficina un par de horas más tarde, porque es crucial terminar la faena que hoy tenemos entre manos. Elegimos no ver a nuestra pareja, porque hoy toca partido con los amigos. Elegimos, elegimos, elegimos… Nuestra vida es una continua elección.

caminoSi reconocemos esta «obviedad«, la siguiente cuestión estribará en reconocer la trascendencia de cada una de nuestras diarias elecciones en nuestro diario presente y, por ende, en la construcción de nuestro inminente futuro.

Así pues, llegados a este punto, posiblemente fuera conveniente reflexionar sobre cuestiones como: ¿no será menester dar la oportuna consideración a cada una de estas decisiones? Y avanzando en la cuestión  ¿no será vital reconocer y priorizar sobre estas?

Cada elección, en efecto, marca, en positivo o en negativo, tanto nuestro hoy como nuestro mañana, determinando con ello, una vez más, el diseño de nuestro «elegido» destino.

Por otro lado, en la vida son muchos los asuntos que nos acontecen que no dependen de nuestra elección, pero sí elegimos, porque tenemos la capacidad, lo que vamos a hacer con cada uno de estos. Por tanto, y por lo ya visto, consideremos, me atrevo a apuntar, dos cuestiones para una nueva reflexión:

  1. Mañana, cuando despiertes ¿para qué elegirás ponerte en pie?
  2. Y cuando lo decidas ¿qué actitud elegirás para afrontar el día?

pedroatienzaCon todo, ya la hemos visto, el asunto está en elegir y volver a elegir; usa el corazón, usa la razón, no olvides ni al uno ni  a la otra, pero elige y elige bien.

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La motivación y el juego del ultimátum — o la economía como estudio de la conducta

Daniel H. Pink, en su libro «La sorprendente verdad sobre qué nos motiva», hace referencia al premio Nobel de Economía en 2002, Daniel Kahnman, un psicólogo estadounidense —que alcanzó tal galardón «por integrar aspectos de la teoría psicológica sobre el comportamiento económico del ser humano en momentos de incertidumbre y realizar análisis empíricos de laboratorio, especialmente sobre mecanismos alternativos de mercado»[1]— el cual, junto al israelí Amos Tversky, fue capaz de explicar cómo la persona no era siempre un ser calculador racional de su propio interés económico, de tal modo que la economía se convertía así en el estudio, más que de el dinero en sí mismo, de la conducta humana.

motivacion-De esta forma, dentro de las llamadas teorías de la motivación, el planteamiento clásico o mecanicista asociado, desde la gestión científica, a Frederick Winslow Taylor, para quien la motivación humana era una mera cuestión económica solucionada, a su vez, por un mero incentivo económico, quedaba definitivamente desterrado aceptando, por demostrado, que las personas poseemos otros impulsos más elevados que le podían llevar a realizar acciones por motivaciones intrínsecas, como bien podría ser, simplemente, la propia satisfacción personal.

Desde esta perspectiva, para una mayor ilustración de lo que se trata, haremos referencia al experimento que en 1982 diseñaran los economistas Güth, Werner, Schmittberger y Schwarze al que se conoce como El juego del Ultimátum, el cual, por cierto, ha sido muy útil para el estudio cuantitativo de la cooperación y el altruismo en la conducta humana.

El juego desde su sencillez es sumamente ilustrativo. Este se realiza con dos participantes a quienes se les da una suma de dinero efectivo. El participante A debe proponer cómo se reparte tal cantidad y el participante B decide, tras la propuesta, aceptar o rechazar la misma. Si el participante B la acepta, cada uno se llevará el importe ofertado por el participante A, pero si la rechaza ninguno recibirá nada, ambas perderán todo y se marcharán de vacío.

Nada más clarificador como el vídeo que se muestra.

Rechazar la oferta no parece tener sentido si nos referimos en términos de optimización de la riqueza. Si el participante B, como hemos comprobado, acepta, sea cual sea la oferta de A, ambos ganan, pero volviendo a las afirmaciones de Daniel H. Pink

Tu calculadora cognitiva sabe que dos es más que cero… pero como eres un ser humano, tu noción de lo que es justo, o tu deseo de venganza, o tu simple irritación se imponen.

Daniel H. Pink, 2009 «La sorprendente verdad sobre qué nos motiva», Gestión 2000

el-juego-del-ultimatum-psicologia-economia-ge-L-1Y es que todos, al parecer, deseamos ser tratados justamente, y cuando ello no sucede como creemos necesario, nos sentimos molestos y enojados. Pero lo cierto es que no somos robots con programación estándar. Es común que las motivaciones extrínsecas funcionen, pero no siempre es así. Por fortuna existe otra motivación interior que nos lleva a hacer cosas, a actuar, simplemente porque sí.

Dice Dan ArielyLas trampas del deseo, Ariel, 2008— que el ser humano es irracional y, a un tiempo, bastante previsible y siendo esto así, para concluir este artículo, añadiríamos una nueva reflexión de Pink.

Si somos previsiblemente irracionales —y está claro que lo somos—, ¿por qué no podemos ser también previsiblemente trascendentes?

pedroatienza