La motivación y el juego del ultimátum — o la economía como estudio de la conducta

Daniel H. Pink, en su libro «La sorprendente verdad sobre qué nos motiva», hace referencia al premio Nobel de Economía en 2002, Daniel Kahnman, un psicólogo estadounidense —que alcanzó tal galardón «por integrar aspectos de la teoría psicológica sobre el comportamiento económico del ser humano en momentos de incertidumbre y realizar análisis empíricos de laboratorio, especialmente sobre mecanismos alternativos de mercado»[1]— el cual, junto al israelí Amos Tversky, fue capaz de explicar cómo la persona no era siempre un ser calculador racional de su propio interés económico, de tal modo que la economía se convertía así en el estudio, más que de el dinero en sí mismo, de la conducta humana.

motivacion-De esta forma, dentro de las llamadas teorías de la motivación, el planteamiento clásico o mecanicista asociado, desde la gestión científica, a Frederick Winslow Taylor, para quien la motivación humana era una mera cuestión económica solucionada, a su vez, por un mero incentivo económico, quedaba definitivamente desterrado aceptando, por demostrado, que las personas poseemos otros impulsos más elevados que le podían llevar a realizar acciones por motivaciones intrínsecas, como bien podría ser, simplemente, la propia satisfacción personal.

Desde esta perspectiva, para una mayor ilustración de lo que se trata, haremos referencia al experimento que en 1982 diseñaran los economistas Güth, Werner, Schmittberger y Schwarze al que se conoce como El juego del Ultimátum, el cual, por cierto, ha sido muy útil para el estudio cuantitativo de la cooperación y el altruismo en la conducta humana.

El juego desde su sencillez es sumamente ilustrativo. Este se realiza con dos participantes a quienes se les da una suma de dinero efectivo. El participante A debe proponer cómo se reparte tal cantidad y el participante B decide, tras la propuesta, aceptar o rechazar la misma. Si el participante B la acepta, cada uno se llevará el importe ofertado por el participante A, pero si la rechaza ninguno recibirá nada, ambas perderán todo y se marcharán de vacío.

Nada más clarificador como el vídeo que se muestra.

Rechazar la oferta no parece tener sentido si nos referimos en términos de optimización de la riqueza. Si el participante B, como hemos comprobado, acepta, sea cual sea la oferta de A, ambos ganan, pero volviendo a las afirmaciones de Daniel H. Pink

Tu calculadora cognitiva sabe que dos es más que cero… pero como eres un ser humano, tu noción de lo que es justo, o tu deseo de venganza, o tu simple irritación se imponen.

Daniel H. Pink, 2009 «La sorprendente verdad sobre qué nos motiva», Gestión 2000

el-juego-del-ultimatum-psicologia-economia-ge-L-1Y es que todos, al parecer, deseamos ser tratados justamente, y cuando ello no sucede como creemos necesario, nos sentimos molestos y enojados. Pero lo cierto es que no somos robots con programación estándar. Es común que las motivaciones extrínsecas funcionen, pero no siempre es así. Por fortuna existe otra motivación interior que nos lleva a hacer cosas, a actuar, simplemente porque sí.

Dice Dan ArielyLas trampas del deseo, Ariel, 2008— que el ser humano es irracional y, a un tiempo, bastante previsible y siendo esto así, para concluir este artículo, añadiríamos una nueva reflexión de Pink.

Si somos previsiblemente irracionales —y está claro que lo somos—, ¿por qué no podemos ser también previsiblemente trascendentes?

pedroatienza

Afrontar un despido

Protagonizada por George Clooney, fue por el año 2009 cuando tuve ocasión de ver la película Up in the Air, y muy posiblemente entonces, tal vez porque no hacía demasiado tiempo que yo mismo había perdido mi empleo, consideré, a mi entender, que no se debería tratar de manera tan frívola, con tanta ligereza y de una forma tan superficial el asunto de un despido que a la postre era con lo que se ganaba la vida el amigo George entre vuelo y vuelo y revolcón y revolcón en el que los sentimientos y las emociones se entremezclan en ese doloroso estado de ebullición en el que una vida puede llegar a perder su sentido básico que justifique su existencia.

Secuencia de "Up in the air"

Secuencia de un despido en «Up in the air»

Ya en la otra vida no en esa de los de los glamourosos famosillos de pantalla en HD, si no en esa otra más cruda, la de la rutina de todos los días, en esa suya y mía a la que nos enfrentamos cada mañana a partir del momento en el que, con estruendo, nos da la señal de arranque el jodido despertadorun día, casi siempre sin avisar, resulta que se te sienta delante un memo con cara de poker interpretando bastante peor que George, por cierto ese discurso en el que comienza, casi por sorpresa, por relatarte lo maravilloso que eres y el mucho valor que has aportado a la compañía en tu tiempo de servicio, y cuando ya vas siendo capaz de reaccionar es tarde, simplemente porque, a lo sumo, con una palmadita tan amable como falsa, ya estás en la puta calle. Y a ti… el mundo entero se te va viniendo encima.

Y es que, suele ser lo habitual, el enfrentarse a un despido resulta algo traumático y doloroso. Un trabajo, más allá de la actividad que en el mismo se realice, representa primeramente esa cierta certeza de asegurar la satisfacción de las necesidades básicas de subsistencia, a la vez que convierte en realidad, nuestra necesaria creencia de autosuficiencia basada en capacidades y aptitudes como herramienta de integración, autorrealización y obtención de reconocimiento y status social dentro del entorno en el que nos desenvolvemos. Por tanto, el desempleo, acrecentado por esa mentalidad de esta sociedad tan nuestra que relaciona de forma inherente despido con fracaso, causa un efecto de pérdida de autoestima, sentimiento, vergüenza y culpa.

Y así, con todo, al igual que ocurre con otras tantas pérdidas, las personas experimentamos dolorosas emociones como la ira, la tristeza y el miedo.

Y así, con todo, será necesario afrontar y sobreponerse a ese ineludible proceso que es el duelo que acompaña a toda pérdida. Porque la lógica negatividad y pesimismo que siempre acompañan a un despido no se solventa con una actitud victimista y autoinculpatoria, sino que, muy al contrario, estas actitudes no hacen más que mermar nuestras capacidades para desarrollar acciones verdaderamente útiles relacionadas con nuestro futuro inmediato.

Culpa

Negación

Y entre ese estallido de emociones entremezcladas, siempre viene uno otro memo, bien pudiera serpara decirte y recordarte lo maravilloso que es el que te hayan despedido pues, con eso, se abre ante ti un mundo sin fin de nuevas oportunidades. Yo, tal vez, no diría tanto, pero sí recordar la necesidad de gestionar de manera efectiva las situaciones generadas, a priori, por emociones negativas.

Por todo, será necesario superar una serie de fases emocionales:

  • Inmovilidad
  • Negación
  • Cólera
  • Angustia
  • Tristeza
  • Depresión
  • Asimilación, entre otras

Esto es tan necesario, como el no olvidar nunca que el desempleo no es un estigma pupedroatienzaes, en la mayoría de los casos, es algo ajeno a nosotros. Ser desempleado no es una característica propia y singular, es un estado circunstancial.