El verdadero capital, el que realmente importa, es aquel que proviene de las Personas. Son las Personas las que con sus valores, los valores humanos, con su talento, con su relaciones con su entorno, cuantifican la calidad y el valor de empresas, economías e, incluso, sociedades enteras. Son las Personas, en base a la gestión adecuada de sus emociones y al aprovechamiento del Talento basado en creencias justas —no limitantes—, con honestidad, compromiso, automotivación, las que verdaderamente aportan ese valor añadido y diferenciador que distingue a una organización.